Miquel Mont Nunca es suficiente

Miquel Mont

Nunca es suficiente

12.02.2015 - 25.04.2015

Miquel Mont fue uno de los artistas que atrajo la atención de Josep Suñol a principios de los noventa, en un momento en el que la mirada del coleccionista estaba focalizada sobre todo en artistas emergentes y propuestas que se desarrollaban en paralelo a los circuitos oficiales. Su obra, que denotaba un claro interés por el trabajo analítico de la pintura, no tardó en incorporarse a la colección.

Mont explora los límites de la pintura desde un punto vista absolutamente formal, en el que lo que interesa es la manera de tratarla y de utilizarla. En las obras de los años ochenta y noventa trabaja la pintura desde su densidad, hasta convertir sus piezas casi en objetos de tres dimensiones.

Los trabajos posteriores —entre ellos, la selección de piezas que se puede ver en la exposición Nunca se suficiente— aumentan su superficie y se funden con el espacio. En las obras de la serie Lapsus, desvincula pintura y soporte; figuras geométricas de proporciones humanas, hechas de materiales industriales (Pladur, DM, cartón…) se presentan junto a superficies de iguales medidas pintadas en la pared. En estas piezas la pintura adquiere vida propia y se independiza de la base que la sustenta, trasladándose directamente a los muros de las salas. Los materiales industriales se muestran desnudos, evidenciando su rudeza y la economía de medios que caracteriza la obra de Mont.

En la serie Coopérations, el gesto del artista es el protagonista. Trazos de pintura, papeles pegados y otros materiales superpuestos nos obligan a fijar la atención en cada una de las capas del proceso creativo.

Formas sin contenido —así de claro lo describe Miquel Mont— es lo que encontramos en los Mono-Tones, construcciones que incluyen bastidores metálicos, peanas de madera e imágenes impresas en blanco y negro, que han sido especialmente seleccionadas para que el contenido no fuera lo más relevante.

Finalmente, los Collages idéologiques, esta vez sí, cargados de contenido, pero, ¿de qué contenido? Miquel Mont juega con la ambigüedad de la carga ideológica y de la carga matérica y no deja lugar a la indiferencia del espectador, que se convierte en elemento sine qua non de la obra.

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