Considerado un artista total por su dominio de múltiples disciplinas artísticas, Guillermo Pérez Villalta estudió Arquitectura, carrera que acabará abandonando para dedicarse a la pintura. Su obra está muy vinculada a la Nueva Figuración Madrileña de los años setenta, de la que fue una figura central. Ha expuesto su obra en las galerías históricas Buades o Fernando Vijande, mostrando siempre una obra comprometida con la libertad artística.
Durante su primera etapa, Pérez Villalta realiza una pintura coloreada con claras influencias barrocas y manieristas que podemos catalogar de neomanieristas. Con el paso del tiempo el artista abandona los colores puros para utilizar tonos más terrosos. Sus obras nos muestran una clara influencia de los estudios de arquitectura en la representación del vacío y de la luz, elaborando composiciones geométricas en las que introduce elementos simbólicos y mitológicos. Son composiciones eclécticas, incluso laberínticas, donde los motivos tradicionales y modernos dialogan y conviven.
La Colección Suñol Soler contiene varias obras del artista, en gran medida de su producción durante los años setenta, y entre las que destacan Artistas en una terraza (1976) y El taller (1979).